La membrana amniótica es un tejido que posee muchas propiedades regenerativas que son únicas y han logrado transformar la vida de quienes sufren enfermedades oculares.
Al ser un tejido que funciona como una protección durante el embarazo, se ha revelado como un gran aliado invaluable en el tratamiento de múltiples enfermedades de la vista.
¿Quieres saber cómo este pequeño fragmento de placenta, que se ha convertido en un tesoro para la oftalmología, puede ayudarte a recuperar la visión?
En este artículo, te explicaremos en qué consiste la colocación de membrana amniótica en el ojo y cómo puede ser una innovadora solución para varias afecciones oculares.
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Es un tejido avascular semitransparente procedente de la placenta, el cual se separa después del parto bajo estrictas condiciones de esterilidad y se guarda en un banco de tejidos aprobado por la autoridad sanitaria.
Se usa como una lámina criopreservada implantada en el ojo después de ser descongelada o como un polvo liofilizado.
También, puede ser en el formato de lámina la membrana amniótica liofilizada para que sea implantada directamente en el ojo.
La membrana amniótica para uso ocular se ha convertido en un valioso recurso para tratar las diferentes afecciones oculares. Sus principales funciones son:
En resumen, las propiedades antiinflamatorias y regenerativas de las capas de la membrana amniótica la convierten en una valiosa opción terapéutica para muchos pacientes.
Un caso para la colocación de la membrana amniótica son las quemaduras en fase aguda derivadas de la cal o lejía, donde los tejidos quedan inflamados, desvitalizados y con problemas de regeneración.
También, se usa luego de las resecciones conjuntivales amplias, que son por cicatrices o tumores, así como en defectos epiteliales de la córnea y de la conjuntiva, y úlceras.
Además, se utiliza para aumentar las probabilidades de éxito en las cirugías de membrana amniótica de córnea, cuando se pronostica problemas de cicatrización en el postoperatorio o regeneración tisular.
Un oftalmólogo te hará una historia clínica completa, donde te preguntará sobre los síntomas que presentas, alergias, enfermedades previas, medicamentos que estés tomando y cualquier cirugía que hayas tenido antes.
Luego, realizará un examen de los ojos que incluye:
Dependiendo de la enfermedad ocular que tengas, podrá solicitarte otras pruebas adicionales como tomografía de coherencia óptica, cultivos, angiografía fluoresceínica y pruebas de laboratorio.
El propósito de los exámenes es confirmar el diagnóstico, evaluar la gravedad de la enfermedad, identificar las posibles contraindicaciones y planificar el procedimiento.
La cirugía se puede decir que es sencilla y se realiza de manera ambulatoria, para lo cual se prepara al paciente limpiando el área ocular y adormeciéndolo con anestesia local.
La membrana amniótica se consigue en bancos de tejidos especializados, ya que se procesa y mantiene de manera segura.
El cirujano la cortará para adaptarla al tamaño y forma de la lesión ocular, luego la coloca sobre la superficie ocular dañada y la fija con suturas muy finas o la adhiere de manera natural a los tejidos oculares.
Por último, se aplica una pomada antibiótica y se cubre el ojo con un parche para que lo proteja.
Antes de la cirugía, se hace la preservación de la membrana siempre en un banco de tejidos que esté autorizado, donde se lava la placenta en una solución antibiótica.
La madre donante debe dar su autorización por escrito y someterse a controles serológicos para prevenir alguna enfermedad infecciosa transmisible.
Durante la intervención, se puede usar este tratamiento para aumentar las posibilidades de éxito de algunas cirugías de córnea, como su trasplante.
También, en los casos que se detectan problemas de cicatrización en el postoperatorio o regeneración tisular.
Después de la cirugía, se recetan gotas oculares antiinflamatorias y antibióticas, se facilita un parche ocular protector y se recomienda evitar frotarse los ojos para no aumentar la presión ocular. Además, debes acudir a revisiones periódicas con el oftalmólogo.
Se espera que los resultados cosméticos sean excelentes porque se combina con el color de la conjuntiva, el cual es semitransparente.
Luego de varias semanas, el injerto de membrana amniótica se reabsorbe y queda cubierta por el epitelio del paciente.
Además, durante el tiempo de recuperación, la membrana actúa como un andamio que se encarga de guiar la regeneración de las células epiteliales y del estroma corneal.
Como en cualquier caso de cirugía de superficie ocular, uno de los principales riesgos es la infección.
Esta puede provocar el despegamiento de las membranas amnióticas, pero también puede ser causado por la fricción de los párpados o por un traumatismo ocular.
Otros riesgos podrían ser la reabsorción completa de la membrana, el deslizamiento del implante y la no cicatrización de la úlcera.
También, es posible la recurrencia de la enfermedad, en especial, en casos crónicos como úlceras neurotróficas, penfigoide cicatricial ocular, queratitis herpética, síndrome de Stevens-Johnson o de Sjogren.
El riesgo de que el ojo llegue a rechazar un injerto de membrana amniótica es muy bajo. Esto se debe a que la membrana es un tejido biológico humano que no tiene proteínas que puedan desencadenar una respuesta inmunológica.
En resumen, el cuerpo humano es capaz de tolerar muy bien este tejido porque no tiene vasos sanguíneos, se encuentra sometido a procesos de limpieza y esterilización, y proviene de la placenta humana.
Si estás experimentando dolor ocular, secreción ocular, enrojecimiento, entre otros síntomas, lo mejor es solicitar cuanto antes una consulta oftalmológica en Clínica OftalmoSalud.
Un diagnóstico temprano y un apropiado tratamiento pueden prevenir complicaciones y mejorar de modo significativo tu calidad de vida. Nuestros especialistas responderán todas tus preguntas y preocupaciones sobre este procedimiento para que tomes una decisión informada. ¡Te esperamos!